Por consiguiente, no me puedo quejar. Algo me ha dado la vida. Otros han obtenido más, ¡qué se le va a hacer!, pero, veamos, ¿quién me garantiza que hayan tenido más? Cada uno cuenta historias, presume que si con ésta, si con aquélla, en realidad es algo que uno nunca sabe, de vuelta en la casa te quitas los zapatos, te acuestas contigo mismo, ¿entonces?, ¿a qué viene toda esa palabrería?, en vez de eso, yo me dedico a proporcionarme mis pequeños placercitos, no sólo los eróticos, me advierto como un príncipe también con las bolitas de miga, o limpiando los pince-nez; por lo menos durante dos años he practicado esta diversión, los otros me llenan la cabeza con asuntos familiares, de trabajo, con la política, y yo, como si nada, limpio mis pince-nez...¿qué decía?, ah, sí, no puede imaginarse cómo uno se agiganta con esas pequeñeces, es increíble, el hombre se convierte en cíclope, se siente un país entero bajo la planta del pie y es como si estuviera a centenares de kilómetros de distancia, en las fronteras sudorientales, además el talón del pie puede proporcionar también algunas satisfacciones, todo depende de la intención, del punto de vista, ¿me entiende?, si un callo puede producir dolor, por qué entonces no ha de proporcionar también placer? ¿Y el deslizar la lengua por entre las barreras de los dientes? Así, pues, decía...en el epicureísmo, es decir, el placer puede ser de dos tipos, primum: jabalí, toro, león, secundum: pulga, mosquito, ergo, puede ser en grande y en pequeña escala; si se trata de este último tipo, entonces se requiere una capacidad especial para microscopiar, para disgregar, es necesaria una justa división, si come un caramelo, las etapas pueden ser las siguientes:primum tomarlo, secundum desenvolverlo, tertium llevárselo a la boca, quartum jugar con la lengua, con la saliva, quintum tomarlo con la mano, observarlo, sextum triturarlo con los dientes...para quedarnos sólo en el ámbito de esas cuantas etapas, como ve, uno puede pasarlo sin dancings, ni champagne, cenas íntimas, caviar, escotes, frufrús, medias de seda, pantaletas, senos, sin arquear el cuerpo, sin ayuntarse, ja, ja, ja, ay, ay, ¡cómo se permite usted!, ja, ja, ja, ay, ay, ay, jo, jo, jo, ju, ju, ju, acariciar una nuca. Me quedo en cambio en la casa, con la familia, cenamos, converso con los huéspedes, y no obstante disfruto en secreto de deleites dignos de un café cantante parisino, calladito, calladito. ¡Veremos si logran descubrirme! No, jamás me descubrirán, ja, ja, ja. Todo consiste en saber conformarse internamente con placercititos, con deseititos, que son como abánicos de pluma dignos de la corte de Solimán el Magnífico. Los golpes de cañón son importantes, pero también lo es el tañido de las campanas.
Cosmos, Witold Gombrowicz
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