domingo, julio 12, 2009

...en una ocasión, imagínese usted, en Drohobycz, llegó una actriz de gran lujo, ¡toda una fiera! un día en el autobús por casualidad le acaricié la mano, oh señoritín mío, qué delirio, qué frenesi, una excitación indescriptible, un deseo loco de volver a repetir aquel acto, ¿pero cómo?, ni hablar, imposible, hasta que finalmente, en mi amargura, se me ocurrió una idea astuta: ¿por qué has de buscar otra mano cuando tú mismo tienes dos?, no me lo va a creer, pero con cierto adiestramiento se llega a tal perfección que una mano puede excitar a la otra, por ejemplo, bajo la mesa, cuando nadie ve, y también si vieran, qué importa, las propias manos pueden tocarse y también tocar las caderas, uno puede tocarse una oreja con el dedo, el placer de hecho es cuestión de voluntad, de intención, si usted se las ingenia encontrará un mundo ilimitado de diversiones en el propio cuerpo, no pretendo que demasiadas, pero siempre es mejor algo que nada, claro que preferiría una odalisca..., pero como no la tengo...
Se levantó, hizo una reverencia y canturreó:

¡Cuando no tienes lo que amas,
entonces ama lo que tienes!