sábado, junio 24, 2006

No te confundas.

Se tocaron cuando ella decidió irse. No fue un roce, fue superior, al punto de sentir que en ese contacto un instante semi-divino los hizo uno. Ambos creían que al amar se perdía la dignidad y la buena salud, que era una pérdida de tiempo y que era imposible encontrar en el mundo alguien con intenciones válidas. Pero el alma del uno y del otro se resentían al separarse, mostraban aflicción al despedirse y agonizaban al odiarse.
Cuando él se levantó para ayudarla a partir, no pudo evitar dejarse caer y ella aprovechó ese momento para actuar un suspiro. Qué será de todos aquellos que no son nosotros y que no quieren entender que la infelicidad de la existencia reside en eso que no se puede evitar y se nos presenta como formidable.

2 Comentarios:

A la/s jue jul 06, 11:02:00 a.m. 2006, Blogger · dijo...

vivimos en un universo en el que es imposible decir no. no importa lo que hagamos, simepre estamos diciendole que si a algo.

de hecho, el no, el cero, es el gran invento cultural. probablemente sea la gran diferencia entre natura y cultura.

usted dice infelicidad... vale. pero no es tambien el rictus secreto de lo maravilloso? esa aventura sutil de aprender de la experiencia de habitar el momento.

beso.

 
A la/s jue ago 17, 04:47:00 a.m. 2006, Anonymous Anónimo dijo...

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