Dicen de tus ojos que son dos faltas.
Te atravesó la ansiedad de quererlo todo.
Ya no te perdés por ir a la feria y conseguir
baratijas. Ni manos ni muñecas que estén
de oferta. A veces te nombro, como quien no
quiere la cosa, esperando tenerte presente.
Se dicen de vos muchas cosas. Despertabas
fantasías entre todos. La sirena que no fue.
Los ojos que no están. La hembra que cedió.
El hierro fundido con el fuego. Todo eso, y
más, se dice. Me regocija pensar que alguna vez
te tuve. La proximidad necesaria, nada de
exageraciones. Levantar una mano y saber que
no iba a tocarte. Pero existías o, no me avergüenza
decirlo, existía. Me dabas la posibilidad de
saberme algo. Me perdía en fantasías, como
todos. Cómo es que dos ausencias y tu cuerpo,
tallado por tus manos, lo conseguían...no es difícil
saberlo. Sos de esos seres que despiertan certidumbre.
No sos obvia, no. Tus fantasías te son merecidas.
No creo que alguien consiga, nunca, tener tanta luna
sentada en una terraza.
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